Sobre Cacho. Es uno de los últimos locutores-conductores-animadores de una estirpe que ya no viene más. Es de los que en la vida diaria podía soltar una mala palabra tras otra, pero nunca en la radio, nunca en una animación. Cuidaba el lenguaje y la voz. La voz no era la que uno tenía, por lo menos en la radio, era la que se impostaba, la que se ejercitaba, la que se cuidaba, no como ahora que cualquiera con voz de pito dice cualquier cosa. Esa radio de la que Cacho era partícipe, además era otra radio. Los locutores de antes pretendían elevar a la gente, no ponerse a la par. La cumbia se pasaba a la siesta un ratito, era para que la oigan las chicas del campo que estaban lavando los platos en la casa o en la casa de la patrona. Luego, durante todo el día se pasaban canciones del acervo tradicional, boleros, tangos, música en inglés, en francés, en italiano. Y algunas radios, como Nacional, hasta se daban el lujo de pasar música clásica de la buena. Era una radio que no permitía el telefonazo de "pasame un tema y mandale un saludito a mi madrina que vive en el Borges". Eso era para los primerizos, para gente que no sabía que se trataba de un medio de comunicación que se debía cuidar.
Cacho era, junto con Pupi y varios más, de esa generación los ultimos guardianes de una radio que ya fue.
Porque la radio ahora es otra cosa. Sólo un instrumento para que el dueño gane plata. En El Bobadal hay tres radios. Alguna vez he charlado con los changos que trabajan en las tres, ¿por qué no dan noticias locales?, ¿por qué no hacen periodismo?, les he preguntado, no saben por qué, pero los dueños no los dejan. No pueden pasar ni siquiera información básica: cuánto ha llovido, qué caminos están intransitables, quién ganó el último reducido de fútbol, a quién metió preso la policía el sábado pasado a la salida del baile, además tienen internet, así que podrían leer las tapas de los diarios de Santiago, Tucumán, Buenos Aires. Pero lo hacen. ¿Por qué? Un amigo, que oye radio en el pago pero no es periodista, me dio la clave. Si pasan esa información, a esa misma hora las otras radios van a aprovechar para seguir pasando música de cumbia, cuartetos, que es embrutecedora, que no hace pensar, que finalmente es lo que el mundo moderno quiere, no pensar.
Frente a una radio que te hacía pensar, volver a otros tiempos, divertirte, darte elementos para manejarte en la vida de todos los días, como la que hacía Cacho y tantos otros, ahora hay otra que solamente privilegia la ganancia del dueño. De un tiempo a esta parte ya no hay otra medida para hacer las cosas que el dinero. Algo impensable en los tiempos que la muerte Cacho Hofman clausuró para siempre.
Y podríamos seguir hablando, pero ya está, es largo lo que escribí. Espero no haber sido pesado.
Gracias Alfredo por esta publicación y gracias al Sr. Aragón que puso de relieve, las cualidades de Cacho en la radiofonía santiagueña.
ResponderEliminarSin dudas y tal como lo expresa Aragón en su nota, el paso de Cacho Hoffman por la radio, marcará junto a tantos otros amigos del ambiente, un punto de referencia obligado en la historia de ese medio.
Un afectuoso saludo a ambos y mi agradecimiento es hecho en nombre mío, de mi hermana Marta y de las hijas de Cacho, Maria Ana, Maia y Laurencia, que hemos preferido colocar una sonrisa en el corazón, cada vez que la tristeza de su ausencia intenta poner un marco de sombra en el alma.