Por Roberto Vozza
La anécdota acerca de “La amante de San Martín”, que refleja cuan mal se interpretan hoy las lecturas o los contenidos de una frase, acaso permita establecer un paralelo también con los graves errores de ortografía tan comunes hoy como se expresan en la variada difusión según se observa en las webs sociales.
La anécdota ocurrió hace muchos años en el viejo Hospital de Niños de Santiago del Estero, y cuyo desarrollo tuvo características tragicómicas.
Había concluido la guardia del día, y en la lectura del libro de novedades asentadas por el grupo saliente, el médico jefe escribe: “se registra el ingreso de un paciente haller para control y seguimiento por manifestarse con vómitos y fiebre”.
El colega que lee este informe se sorprende con el término “haller” al que en sus estudios de medicina nunca escuchó, por lo que lo comenta con otro, y asi sucesivamente entre el resto de los galenos del nosocomio quienes igualmente se manifiestan desconocerlo.
El comentario derivó en sospechas de que el pacientito en cuestión tendría una enfermedad desconocida por lo cual, la luz de alarma se enciende en el hospital.
Se resuelve en consecuencia revisar al niño y precautivamente aislarlo de la sala común donde habia quedado internado, en tanto que se apelaba a los libros de la medicina clínica disponibles en procura de saber lo que se decía ya era “enfermedad de Haller” para todos desconocida. El hospital, mientras, había entrado en un estado de convulsión interna.
Uno de los facultativos, en medio de la preocupación y desorientación, decidió entonces apelar a la fuente informante. Tomó el teléfono y llamó al médico autor del informe que habia dejado la guardia esa mañana, para pedirle mas precisiones sobre el caso.
Cuan grande fue la sorpresa cuando este dijo: “no… yo puse que habia ingresado AYER un paciente para quien ordené su internación por tener fiebre y vómitos”.
La revelación y esclarecimiento del caso, tras tanta incógnita y revuelo, terminó a las risotadas entre los medicos del hospital al comprobar que efectivamente no existía tal enfermedad de Haller, y que se trató de un craso error ortográfico del colega.
La anécdota ameritó para que la profesora de lengua y literatura “Chiqui” Paz de Rodríguez, gane un concurso nacional de narrativa y cuentos.
PD: Chiqui Paz es la mamá del colega Julio Rodriguez
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