A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

sábado, 20 de octubre de 2012

EL CAMPEON DEL MUNDO QUE AHORA ES TRAPITO


Por Lucas Bertellotti
“La pelota la tiene Salinas… Salinas la toca para Pernía en el sector derecho, devuelve para el tucumano, la lleva el tucumano, pasa para Mastrángelo, otra vez el tucumano…¡el tucumano! ¡el tucumano! Gol, gol, gol, gol. ¡Goooool del tucumano! ¡Salinas! ¡Golaaaaazo del tucumano Salinas!”
Salinas relata su propio gol. “Te lo hago con la voz del Gordo Muñoz, el más grande”, aclara. Cierra los ojos. Toma aire. Se prepara para describir el tanto que le hizo con la camiseta de Boca al Borussia Moenchegladbach en la victoria por 3 a 0 de la final del mundo de 1978, el más importante de su vida. Grita. Disfruta. Por unos segundos regresa, con una narración algo infantil y un vozarrón desgastado, a su momento de gloria. Luego, abre los ojos. Y llora. Se ahoga en sus propias lágrimas y por momentos parece no poder respirar.
La fantasía del Salinas jugador terminó en menos de un minuto. La realidad del Salinas retirado, sentado en un banco de una plazoleta de Avellaneda, a la espera de alguna moneda de algún cliente de la parrilla "El Tano", sobre la avenida Güemes, irrumpe otra vez.  Allí combate el frío de la noche sin más compañía que una cajita de vino y algún cigarrillo, abrigado por camperas y buzos que le regalan los vecinos del lugar. No juntará más de 100 pesos por noche. Es la historia del campeón del mundo que ahora es trapito.
Carlos “El Loco” Salinas fue un delantero o mediocampista ofensivo de Boca en una de las épocas doradas del club, cuando el Xeneize hizo ruido por primera vez en el plano internacional. Fue parte del equipo que consiguió la Libertadores e Intercontinental, en 1978, dirigido por el histórico Toto Lorenzo. También jugó en River, Chacarita y Argentinos, entre otros. Jugó más de 200 partidos en Primera e hizo 41 goles. Hoy, a los 58 años, pasa por una complicada situación económica y dice que el ambiente del fútbol, en su mayoría, le dio la espalda.
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Pero el presente de Salinas no es el peor que le tocó vivir. Hace unos años juntaba cartón y vivía en una plaza en Almagro. “Con la gente con la que estoy acá volví a vivir, cuando yo pensé que estaba muerto. Pensé que me iba a morir. Acá terminó mi vida, pensé”, dice. Salinas repite la frase una y otra vez. Hoy, gracias a la ayuda de algunos amigos, consiguió trabajar como cuidador de autos y vive en un pequeño cuarto en el polideportivo Delfo Cabrera, frente al predio de Racing Tita Matiussi. También entrena a algunos chicos de no más de 15 años que cada tanto prueban suerte en alguna evaluación de jugadores de un club de Primera.
-Cuesta pensar en la actualidad que, con lo que se paga, un jugador de fútbol que sale campeón del mundo pueda llegar a pasar en el futuro por una situación de pobreza. ¿En su época cómo era?
-No era lo que se pagaba hoy. Yo firmaba (contrato) por un año nada más. Ahora, a un pibe de 14 años le pagan fortunas. Cuando salí campeón con Boca, me compré siete departamentos, dos casas en Caballito y un BMW. Tuve un BMW color amarillo, que nadie lo va a tener en la vida.
-¿Y qué pasó con todo eso?
-Ya está, ya fue…
No quiere ser específico. Mira al piso y enciende un cigarrillo. Arrastra el pie derecho contra el piso hacia adelante y hacia atrás, como si la confesión le hubiera dado algo de vergüenza. “Me metí donde no tenía que meterme”, dice. Y hasta asegura haber tenido romances con vedettes de moda, como Adriana Brodsky y Zulma Faiad. Se cansó de salir de noche, acompañado por un entorno de amigos que hoy no figura en el mapa.  Con el tiempo, retirado y sin plata, las noches de glamour quedaron sólo como una anécdota, en el pasado. Se casó siete veces y tuvo muchos hijos. Tantos que parece haber perdido la cuenta.
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-¿Se arrepiente de algo?
-Lo que perdí, lo perdí. Yo tenía un ambiente malo de muchas personas que no merecen ser nombradas. No me arrepiento de nada de lo que hice. De lo único que me arrepiento es de no haber criado a mis hijos como me correspondía.
-Cuesta pensar que los clubes no le den una mano. ¿En Boca no lo ayudaron?
-El único club que quiso ayudarme, que después no apareció más, fue River. Boca, que es lo más grande que tengo en el corazón, tiene la maldita costumbre de olvidar a los ídolos. Me cerraron las puertas…ya está, Boca para mí murió, lamentablemente. Es más, yo le pedí a un juez que saquen la foto mía del museo, que es la foto 83. No quiero estar ni siquiera en las paredes de la Bombonera. No quiero estar en Boca…
Son las 23 y no hay demasiado movimiento en la calle. La poca gente que pasa por la avenida Güemes lo saluda, ya lo conoce. Él responde con amabilidad. “La vida de un jugador no pasa por el dinero sino por ser un buen tipo”, dice. Parece un buen tipo.Son pequeñas cosas las que lo mantienen con ganas, aclara.
EL FESTEJO CON GATTI, SÁ, MASTRÁNGELO Y PEROTTI
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A la parrilla "El Tano" suelen ir muchos jugadores. Él reconoce que varios lo ayudan y lo recuerdan. Relata una anécdota increíble con Lionel Messi. Así la cuenta: “`Vos sos mejor que Pelé y Maradona´, le dije. `¡No, maestro! Usted era bueno´, me respondió. Le di un abrazo y le agradecí las palabras. Al otro día, me mandó un pasaje a Mendoza y una entrada para ver a la Selección argentina. No fui. ¿Qué voy a ir? Me pongo a llorar, soy muy sensible…”.
La historia de Salinas es la del campeón que ya no es. La de los amigos de la fama que se esfumaron. La de la angustia por no encontrar nada para llenar el vacío que dejó el adiós al fútbol.
Pero, entre vicios y defectos, todavía se mantiene en la lucha. Recuerda su época de gloria. Volver al pasado es su manera de mantenerse a flote. “Sale a la cancha el Loco Salinas con los colores rojo y blanco pero con el azul y oro grabados en el corazón”, Salinas vuelve a relatarse a sí mismo. Recuerda un partido del 81, cuando con la camiseta de Argentinos le convirtió un gol al Loco Gatti de palomita. “¿Sabés la ovación de ese día? Toda la cancha gritó por mí: ¡tucumano! ¡tucumano!”, dice. Y vuelve a llorar.

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