A MODO DE PRESENTACION

Ya esta. El sueño se cumplió. Dejare de escribir en las paredes, ahora tengo mi pagina propia. Soy un periodista de alma, que desde hace 40 años vive y se alimenta de noticias. Tenia 18 años cuando me recibieron en El Liberal de Santiago del Estero, el doctor Julio Cesar Castiglione, aquien le debo mucho de lo que soy me mando a estudiar dactilografia. Ahí estaba yo dando mis primeros pasos en periodismo al lado de grandes maestros como Noriega, Jimenez, Sayago. Gracias a El Liberal conocí el mundo. Viaje varias veces a Europa, Estados Unidos, la lejana Sudafrica y América del Sur, cubriendo las carreras del "Lole" Reutemann en la Formula 1. Después mi derrotero continuo en Capital Federal hasta recalar para siempre en Mar del Plata, donde nacieron tres de mis cinco hijos y conocí a Liliana, el gran amor de mi vida. Aquí fui Jefe de Redacción del diario El Atlántico y tuve el honor de trabajar junto a un enorme periodista, Oscar Gastiarena. De el aprendí mucho. Coqui sacaba noticias hasta de los edictos judiciales. Bueno a grandes rasgos ese soy yo. Que es Mileniomdq, una pagina en la web en donde encontraras de todo. Recuerdos, anedoctas, comentarios. Seré voz y oídos de mis amigos. Ante un hecho de injusticia muchas veces quisistes ser presidente para ir en persona al lugar y solucionar los temas. Eso tratare de ser yo. Una especie de justiciero ante las injusticias, valga el juego de palabra. No faltaran mis vivencias sobre mi pago, Visiten el lugar, estoy seguro que les gustara. Detrás de mis comentarios idiotas se esconde un gran ingenio.

lunes, 17 de diciembre de 2012

OLIVOS POR DENTRO: LA INTIMIDAD PRESIDENCIAL


Por Nicolas Diana
Se viven momentos de tensión en la Quinta de Olivos. Hace dos semanas, Florencia Kirchner rompió un televisor LCD de su cuarto. Tiene la pantalla partida de lado a lado y los empleados de la residencia oficial tuvieron que conseguir uno nuevo e instalárselo de urgencia para que la hija presidencial no se quedara sin tevé.
Su madre, Cristina Fernández, también vive días de agitación. El 8N la puso contra las cuerdas. Ese día, mientras se movilizaban casi 30.000 personas en la puerta de la Quinta de Olivos, la Presidenta intentó mostrarse indiferente. Por la tarde, se reunió con intendentes, ministros, gobernadores y funcionarios chilenos en Jefatura de Gabinete, el área residencial reservada para las reuniones de trabajo, y hasta se sacó una foto con la hija del presidente venezolano Hugo Chávez. En la imagen también posaban su hermana Giselle, su hijo Máximo, su nuera María Rocío García y los diputados camporistas Eduardo “Wado” De Pedro y Andrés “Cuervo” Larroque. En ese instante, las cacerolas empezaban a sonar cada vez más fuerte sobre la Avenida Maipú.
Por la noche, comió en familia dentro de la residencia oficial y siguió de cerca las imágenes de las protestas. El menú fue light: carnes blancas y verduras. Y aunque intentó mostrarse desinteresada por la movilización, la orden de reforzar la seguridad de la Quinta estaba dada: una guardia extra de granaderos selló todas las puertas de entrada. Desde el comedor de la casa principal se escuchaban los ruidos de las cacerolas. Los empleados del hogar presidencial que tuvieron que atenderla la notaron más alterada que nunca.
Horas antes, enfurecida por la magnitud de la protesta, había decidido redoblar la avanzada contra el Grupo Clarín que propagaba las imágenes de la protesta. En reunión privada, Cristina les indicó a los camporistas De Pedro y Larroque –invitados por Máximo para formar un muro de contención alrededor de su madre– que hicieran un esfuerzo más para enfrentar la última batalla contra el Grupo Clarín convertido en el principal enemigo a vencer. Además, les pidió que salieran a decir que el Gobierno no se iba a mover ni un milímetro a pesar de las marchas. Esa misma semana lanzaron a la calle una volanteada por el 7D y al día siguiente Larroque criticó a los caceroleros.
Por teléfono, la Presidenta terminó de coordinar con el titular del AFSCA, Martín Sabatella, el anuncio en el que el ex diputado informó cuáles eran los grupos mediáticos que debían adecuarse a la Ley de Medios. Varias veces se comunicó con el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, que siguió parte de la protesta desde la Casa Rosada. Esa noche, la Presidenta se cobijó en su hijo, que pasa cada vez más tiempo en la residencia
A pesar del 8N, no modificó su rutina física matinal. Caminó en la cinta del gimnasio de Olivos ubicado al lado del microcine, hizo unas sesiones en las camas de pilates y cuando terminó sus ejercicios, esperó paciente a que los médicos le realizaran un chequeo general, como ocurre todas las mañanas de un tiempo a esta parte.
Cristina tardó varios días en procesar el cimbronazo de la protesta refugiada en Olivos junto a su círculo más íntimo. Ellos son su único sostén en estos tiempos de crisis política. Al núcleo familiar se le suman el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; sus secretarios privados, Pablo Barreiro y Juan Francisco Alarcón; y una corte de mucamas, mozos y ayudantes que la asisten dentro de la Quinta. Recién el miércoles 14 mandó un mensaje a la clase media asalariada: anunció la quita del impuesto de Ganancias al medio aguinaldo de fin de año. Los empleados de la Quinta festejaron en privado, porque ellos mismos suelen quejarse con la administradora general de la Residencia, Mónica Hirschler, por los altos montos que les sacan por ese impuesto.
Se viven días difíciles detrás de los muros de Olivos. Por primera vez desde que los Kirchner llegaron al poder, un medio periodístico logra meterse en la intimidad de la residencia oficial. A través de ministros, funcionarios, legisladores, operadores políticos, empresarios que tienen acceso a la residencia y personal de la Quinta, NOTICIAS reconstruyó cómo es la vida de la Presidenta y su familia dentro de Olivos. Antes, durante y después del 8N.
Adentro. Máximo Kirchner se mueve por la Quinta arriba de un carrito de golf blanco marca Melex. Florencia sale todos los fines de semana, vuelve locos a los seis custodios que tiene asignados y vive sola en un complejo de ocho habitaciones llamado “Huéspedes A”. Cristina les prohibió a todos los empleados de la Quinta que entren a la casa antes de las 9 de la mañana y enfurece cuando los choferes se demoran en pasarla a buscar para ir al helipuerto. Suele ser brutal en sus modos cuando se enoja con algún empleado. Así son los días en Olivos de la familia presidencial.
Tres veces por semana, antes de empezar la jornada laboral, la Presidenta se somete a las órdenes de Luciana López, su personal trainer que provoca encendidos piropos de los empleados de la Quinta. La mujer de 36 años estuvo a punto de lograr que su hermano, Maximiliano, asumiera como secretario de Comunicación cuando José “Pepe” Albistur dejó su cargo a fines del 2009. Pero Kirchner lo vetó.
López le prepara las caminatas en la cinta y las sesiones de pilates. Cuando era senadora también le organizaba las rutinas de rollers. Cristina solía dar vueltas por los caminos de Olivos a toda velocidad. La Presidenta hace sus ejercicios vestida de jogging, remera y zapatillas deportivas. Cuando tiene una reunión de trabajo a media mañana, suele recibir a sus ministros con ese look informal y a cara lavada en Jefatura. Es el lugar de las reuniones de trabajo. Allí tiene su despacho y la sala de reuniones donde se destaca una una mesa de madera larga y el amplio ventanal con vista al parque.
Cuando los encuentros son con pocos funcionarios usa su escritorio, que tiene un pequeño living con sillones y una mesa ratona. Esta última semana post 8N, Jefatura fue un hervidero de reuniones. Allí se terminó de diagramar el paquete de medidas para intentar reconciliarse con la clase media indignada, que estudia ampliar próximamente (ver página 40) y el plan para boicotear el paro de la CGT el próximo 20 de noviembre. La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner; el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, y el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, hicieron cola en la antesala de sillones blancos para terminar de diagramar los anuncios.
Madre e hijo. Cuando Máximo quiere visitar a su madre dentro de la Quinta se sube al carrito de golf y va desde el chalet que hoy ocupa hasta el caserón principal que ocupa la Presidenta. Su problema en la rodilla, que le impidió caminar con normalidad por un tiempo, fue la causa por la que empezó a usar el vehículo eléctrico, pero ahora que le tomó el gusto suele pasearse por todo el jardín. Eso sí, no juega al golf. Cuando el Maximóvil no está disponible, llama a uno de los choferes para que lo pase a buscar. Para estar más cómodo decidió poner a punto una casa para él y su novia dentro de la residencia. Está ubicada a 650 metros de la casa principal en la esquina de la Avenida Maipú y Villate y originalmente era la propiedad destinada al casero de Olivos.
El chalet de estilo colonial y tejas rojas tiene cuatro habitaciones, un living grande, un quincho y una piscina propia. Hace un mes, Máximo pidió que le alambraran el perímetro para que no se le escape el nuevo perrito que se trajo del Sur.
Para hacer ejercicio y recuperar su rodilla instaló una cinta para caminar y además hace una estricta dieta que le preparan con dedicación los cocineros de la residencia. Quienes lo visitan seguido aseguran que el plan alimentario tuvo sus efectos y que el hijo presidencial bajó más de 20 kilos.
Máximo logró que vuelva el fútbol a Olivos –una costumbre que se había discontinuado tras la muerte de Kirchner–, aunque él rara vez juega. Su rodilla y la falta de habilidades deportivas lo recluyen a un costado del campo de juego. Los picaditos no tienen ni por asomo la misma regularidad que los que organizaba su padre todos los viernes. Solo invita a sus amigos camporistas y algunas veces juegan los secretarios de Cristina. Ella no sigue esos partidos.
Como en los tiempos de su padre, los picados de Máximo siempre terminan con largos asados en el quincho principal, ubicado a 200 metros de la casa de Cristina. Ideal para que no escuche las efusivas charlas que se extienden hasta entrada la madrugada. Allí tiene las cruces para asar corderos patagónicos. La carne siempre es acompañada por vino Rutini y suele haber champagne para brindar, según testigos de las comilonas.
Máximo pasa más tiempo en Olivos porque funciona como uno de los sostenes afectivos de su madre.Además, se queda para hacerle compañía a su suegra, Marta Ofelia Arana, quien desde hace meses sufre problemas de salud. Para tenerla cerca la instalaron en un departamento ubicado a dos cuadras de la Quinta.
En su casa de Olivos, Máximo suele recibir a sus muchachos camporistas. El presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, y los diputados De Pedro y Larroque son quienes más seguido lo visitan. Cuando organiza reuniones políticas usa las oficinas que eran de su padre en Jefatura.
Además de Máximo y el núcleo familiar, la Presidenta cuenta con una corte de empleados que la sostienen, la cuidan y la asisten a toda hora. María Angélica “Cuca” Bustos es la sombra de Cristina, una especie de valet que conoce todos los secretos y ostenta el cargo de asesora presidencial. “Cuca” la acompaña desde que estaba en el Sur y es la que le prepara la ropa que va a usar durante el día. Además, Cristina tiene dos mucamas a disposición, Mónica Llamedo y Analía Graciela Olivera. Este año la acompañaron a varios viajes oficiales para asistirla. Estuvieron en los Estados Unidos, Perú, Brasil, México, Colombia y Angola, según se desprende del Boletín Oficial. Germán Monteagudo es uno de los mozos que suele llevarle los pedidos a la Presidenta. Y el cocinero encargado de prepararle todo lo que pide es Martín Cruz Sacchi. Los mozos y asistentes saben que nunca puede faltar un plato de frutas frescas y yogur descremado en los ambientes por los que circula la Presidenta.
Mi hogar. Hace tres meses, Cristina terminó de pintar la casa principal de Olivos de color terracota, un tono similar al que tiene su “lugar en el mundo” en El Calafate. Es la primera vez que la residencia cambia del blanco a un color tan fuerte y quienes la frecuentan aseguran que se inspiró en su casa del Sur. Lo cierto es que el retoque era necesario. Los visitantes de Olivos aseguran que las paredes externas estaban descascaradas y en un pésimo estado.
El caserón presidencial tiene dos pisos y un altillo. En la entrada principal hay un hall y un espejo gigante. En la planta baja, un office y el escritorio de la Presidenta. Hay un comedor enorme, un espacio conocido como el Salón Blanco y un jardín de invierno vidriado. Una escalera lleva al primer piso donde están las habitaciones. Hay cuatro cuartos y todos dan al balcón que tiene vista al espejo de agua. El de Cristina es el más grande y está ubicado a la izquierda si se mira la casa desde atrás. En la otra punta está la vieja habitación de Florencia. Desde que la hija menor se “independizó” y se mudó a otro chalet dentro de la Quinta, esa habitación se transformó en un vestidor en donde Cristina guarda su ropa y accesorios. En el altillo hay dos ambientes muy importantes para la rutina presidencial. La peluquería y un mini gym con una cinta que Cristina utiliza cuando no tiene tiempo de ir al gimnasio.
La decoración mantiene el estilo clásico de la Quinta. Los muebles son de estilo francés y las paredes son blancas. Cristina es fanática de las flores y le hace saber a la mujer encargada de la ambientación cuando un arreglo no le gusta. Hace un tiempo la florista colocó unos lilium perfumados, pero a la Presidenta le cayeron mal. Le pidió que los sacara porque el perfume le hacía doler la cabeza. Las preferidas de ella son las orquídeas y las rosas.
En los 2.800 metros cuadrados que ocupa la Quinta de Olivos trabajan en forma rotativa unos 500 empleados entre mucamas, mozos, policías, granaderos, pileteros, electricistas, cocineros, choferes y secretarios. Por cada turno, cumplen tareas unas 100 personas.
En la heladera del hogar presidencial nunca puede faltar yogur descremado, frutas frescas, gaseosas en lata y todo tipo de chocolates para Florencia. Cuando está Máximo pide que le traigan cartones de Marlboro box. La provisión de carne porcina, vacuna y pescado está a cargo de Norberto Juan Biati. Por todo el año embolsó 295.868 pesos según se publicó en el Boletín Oficial. El proveedor de frutas y verduras es Héctor José Martín. NOTICIAS accedió a unas facturas que Martín presentó ante Presidencia de la Nación por un monto de 10.768 pesos por sus servicios. En la boleta se detallan las verduras que se necesitan para abastecer a la Quinta por un mes. Albahaca, acelga, batatas, choclo, lechuga morada, ajo, espinacas, espárragos y endibias, entre otros productos. Los precios que paga el Gobierno por esos alimentos son más altos de lo que figuran en el Mercado Central controlado por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Un ejemplo: un kilo de batatas para Olivos cuesta 9 pesos. En el Central cuesta 4 pesos.
Desmayos. Vito, el perro raza pug de Flor K, sufre un curioso síndrome: cuando se agita mucho se desmaya. Los empleados de Olivos se asustaron cuando lo vieron caer seco por primera vez luego de una alegre corrida por el parque y revivir a los pocos segundos como si nada hubiese pasado. La anomalía suele presentarse en esta raza. El paladar blando les impide respirar con normalidad y pierden oxigenación. Lo llevan una vez por semana a un veterinario en el barrio de Agronomía para tratarlo.
Florencia vive separada de su madre en un complejo de ocho habitaciones que cuenta con una cocina propia, un lobby y un comedor. Por la tarde va al gimnasio y es la única que usa el microcine de Olivos para ver películas junto a sus amigas. Tiene una mucama y un mozo a disposición y aún cuenta con la compañía de su tutora, la joven psicóloga Anabella Pasqualini. Los viernes y sábados sale con sus amigas a bailar, aunque la previa la hacen dentro de la residencia. Los custodios se toman la cabeza porque es difícil seguirle el ritmo cuando sale. Vuelve de día y con las secuelas de una noche intensa.
Por las noches suele comer junto a su madre cuando ella no tiene reuniones de trabajo. Máximo y su novia también se suman y muchas veces Cristina va a comer al chalet de su hijo. Recorre los 650 metros que los separan en uno de los autos oficiales.
La movimientos de Cristina en Olivos terminan tarde: cerca de la una de la madrugada, cuando se apagan todas las luces de la casa. Una de las órdenes que dieron los Kirchner cuando llegaron a Olivos fue que todas las luces de los jardines funcionen a la perfección. Disfrutaban de dar largos paseos por el parque junto a sus funcionarios para hablar de los destinos del país. De esos tiempos queda una anécdota que involucra a una llama heredada de la época de Carlos Menem, y a la que Fernando de la Rúa solía alimentar con su mano. La llama, por la educación recibida, golpeaba el vidrio de la cocina del chalet y molestaba a Néstor. En otra oportunidad correteó a Cristina por los jardines mientras andaba en rollers.
La Presidenta casi no tiene contacto con el personal de la Quinta, salvo con sus asistentes más directos. A pesar de la distancia con que los trata, armó en el Salón de Convenciones una escuela para que los empleados que no terminaron el secundario puedan hacerlo. Las clases se dictan de 14 a 17 horas todos los días y hasta ahora hay unos 20 alumnos anotados.
Con los primeros calores se inauguró la temporada de pileta. Pero lo cierto es que la única integrante de la familia K que disfruta de las zambullidas en el agua es Florencia. Para ponerla a punto, el Gobierno gastó 98.700 pesos en cloro, alguicidas, ácido muriático, soda cáustica y agua destilada por un año.
El estilo K siempre manejó con extremo recelo todo lo que ocurría dentro de residencia oficial. Para ingresar hay que pertenecer al círculo de confianza de Cristina. NOTICIAS entró a Olivos. Sin invitación.






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